CÓMO EL JOURNALING ME RESCATÓ

Todo empezó el día que mi cuerpo se manifestó. Me temblaban las manos y me faltaba la respiración. Nadie te enseña a sostener el peso de lo que no se dice, desde entonces, el Journaling fue mi rescate y mi manera de no desaparecer.

El silencio llegó para incomodarme.

Recuerdo esos días como si pudiera tocarlos de nuevo.

El silencio se hacía demasiado pesado, y eso que la soledad no ha sido una extraña en mi vida, todo lo contrario – me agrada -. Pero dentro de mí había una tormenta sin comprender. Caí en situaciones que no me vi venir; era como si la misma suerte me hubiese señalado (aunque ahora soy consciente de que no funciona así).

Estaba desprevenida, y como si tuviese los brazos muy abiertos, las circunstancias me abrazaron para atraparme. Aún no dimensionaba lo vulnerable que me encontraba en ese momento. El mundo seguía girando, pero yo me sentía fuera de todo.

Afuera parecía que nada pasaba, pero por dentro… me deshacía.

Cuando no hay palabras, solo eco.

No había nadie a quien llamar. o tal vez sí, pero elegimos no contar todo a todos.

No por egoísmo, simplemente porque todo parece tan nublado que no quieres complicarlo más. Al final, nadie está en tu piel ni en tus poros, y las emociones respiran de una forma diferente en cada uno. Lo que para ti es un mundo enorme, para otro puede parecer una tontería. Decidí callar, principalmente porque no entendía muchas de las cosas que pasaban y por lo tanto, tampoco podía ponerles nombre.

La única certeza que existía en ese momento era un eco constante: “No puedo más”.

Cuando escribir se convirtió en mi refugio

Siempre escuché que escribir sanaba, que la práctica diaria del Journaling era transformadora. pero en esos momentos yo simplemente quería vaciarme. Volcar todo lo que mi mente maquinaba al papel, simplemente para que salieran de ese lugar tan abrumador.

Entonces lo hice. Tomé un cuaderno, un lápiz y – a la vieja escuela – decidí escribir.

No algo bonito. No algo para compartir.

Solo frases rotas, llenas de rabia y cansancio, que probablemente a nadie más le hubiese expresado, al menos no con la crudeza que surge desde lo más profundo del ser.

Escribí como quien grita en un cuarto vacío.

Y por primera vez en mucho tiempo… me escuché. Supe que también en mí existía una voz con poder y no solo las del exterior que siempre había puesto por delante.

Cada palabra, una respiración.

Cada palabra fue una respiración. Cada página, una pequeña rendija de luz.

No sabía que escribir sin plan, sin meta, sin corrección, podía ser tan sanador.

No importaba cuanto dolor había en mis manos, no podía parar. Las palabras comenzaron a quedarse cortas y los textos pedían más…

No tenía respuestas, pero tenía un espacio donde ser yo. El Journaling fue entonces mi refugio seguro donde, en vez de esconderme, me revelaba.

Resignificar desde la calma.

Con el tiempo, entendí que no solo estaba contando lo que me pasaba: estaba resignificando lo vivido desde mi piel. Ya no importan tanto los personajes de la historia, sus posturas y críticas dejaron de tener valor en el papel.

La protagonista era yo. Era mi voz y se valía todo.

Mis emociones encontraron hogar en esas hojas. Mis miedos tenían nombre. Mi voz, por fin, un lugar donde vivir.

Ya no era el molde que “me tocaba”, era la historia que estaba dispuesta a reescribir. Y esa frase tan cliché – “eres el creador de tu realidad”- comenzó a tener más sentido, pero desde otra conciencia.

Algo hizo clic!

Fue ahí donde pude sentir mi verdadero yo, con la luz y el impulso suficiente para salir.

Entendí que afuera no existe una sola verdad, y que la mía es más que suficiente hoy.

Escribir no me resolvió la vida, pero me devolvió el alma al cuerpo.

Porque ahora me permito elegir diferente para vivir en coherencia.

Escribir como Ritual.

Desde entonces, escribir se convirtió en mi ritual, en lo infaltable para sobrellevar la rutina.

Y cuando creé Rituales de Papel, no pensé en un producto. La vida me puso por delante la posibilidad de probar la teoría en otros.

Ver los resultados me sorprendió. No todos tenemos la misma facilidad para expresarnos, está claro. Pero encontrar esa chispa de luz entre historias, fue revelador.

Todos tenemos instantes donde nuestro mundo se puede derrumbar, pero encontrar lo que te sostiene… eso es invaluable.

Vibra Bohemia: Como una revolución

Vibra Bohemia también nació en un punto de inflexión. En un vaivén del que yo misma me he hecho víctima.

Auto sabotearnos forma parte del tránsito de aprendizaje y aunque he tenido la fortuna de haber encontrado la espiritualidad y el desarrollo personal como constantes en mi vida, debo decirlo: aplicarlo requiere más conciencia que conocimiento.

No basta solo con estar inmersos en un mar de información.

Equivocarnos, caer, aprender, y – sobre todo –  decidir y hacernos cargo de nuestras decisiones, son claves para avanzar.

Ya tienes la escritura como herramienta para sobrevivir, recordar, sanar y ser consciente de lo que habita en ti. Pero muchas veces, aun teniendo las herramientas, no sabemos hacia dónde dirigirnos o como empezar.

Fue así que, tras años de escribir sin estructura, entendí que más allá de la inspiración, puedes conocer lo que guardas en el archivo de tu subconsciente.

Y eso, créeme, es un cohete transformador.

Así diseñé Rituales de papel, un journal guiado desde la escritura creativa.

Te llevará a narrar historias que crees que provienen del azar, pero la verdad es que no hay nada al azar.

Todo ya habita en ti:

Tus creencias, tus anhelos, tus principios, tus patrones, incluso lo que aún no puedes nombrar.

Búscalos. Porque tu vida jamás volverá a estar en automático.

      

Aquí no escribimos para impresionar a nadie. 

Escribimos para volver a sentir.

Y si no sabes por dónde empezar… empieza con una sola frase.

Una rota.

Una honesta.

Una divertida.

Una anecdótica.

 una irreverente.

Pero toma acción para que tu vida no siga pasando sin más.

Con cariño, tinta y papel.

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